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El Centauro






 




Deja Escarlata
las hebras otro ensortijado,
que el ánima mía tiene enmascarada,
a través una nieve no pisada,
el blanco mis rosas purísimas,
abandona perlas y collares,
corales flagrantes,
vine a hendir mi alma,
preciada, cual mi cielo preciado y codiciado,
ven al combate,
mi boca en lengua adornada,
de soles que te he robado.
Gracia y discrección no fueron hermanos,
allá tus ojos celestiales marcho,
ayen la contienda fulge mi astro,
oh angelical Natura
posee ejes, hilos,
madre nuestra,
danzemos en torno
el círculo de fuego,
vine a desnacer,
no me iré sin dejarte santo y seña,
blancura hábil, la densa forma,
oh silueta, contorno
de Lilith sombra de Eva,
somos los designados
a volver a vivir en seno la Luna semper,
sempiterna;
lo purpúreo al rosal der alba lisa,
dulce canto a la Medusa
este Centauro no achanta ni se achica,
a Venus la gentileza,
mi día de luna,
alteza muerde mi mirada,
de cabellos naturales
y son en vena,
mi amor de ira a Diana presto,
rosas suaves que se esparcen y flores,
colores, tierra,
otro llanto,
luz clara y bien en día,
astucia del arte,
oh gentil azul que me crece,
allá nació este poema
allende la sombra mis oscuras parras,
desplaza los montes
limpios de azul sereno,
en valle su llano,
cabalgo a nuestra vecina cumbre,
licencia y el mundo me coloras,
mis esperanzas en viento furtivo,
sucumban ya mis años derrocados,
ó momentos cuidados en suspiros nobles,
suspiros
cual gemidos
de alma en ribetes,
hagan sueño los sentidos
que Musa ya eres realidad.



Förüq y Leannán-Sídhe

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