En creación sumisa disciplinar uoh
10:55 a.m ¡Ya lo tengo falta pasar a limpio!
I
De tórrido invierno:
Justo en horas invernales previas
a la primera alba, entre primera luz
matinal vírgen Aurora, nuevo día.
Primerísima luz boreal, estaba Lunamar,
recostada en el sillón del diván;
se le arremolinaba pedigüeño
un matojo de blanca seda
un fino Angora, se le reclinaba girando
torno su azabache falda,
con su hocico proceloso y húmedo
parecía que despertaba el sueño
de su rosa a Lunamar Solano
así gustaba en público la nombrasen,
señora enigmática de terciopelo
en mirada profusa y procaz.
II
La rosa su sueño era azul, verde
escarlata como una rosa
de pétalo granate cual ababol,
y la turquesa de ojos
su doncel Esteban.
Oxidada.
Iba de travesía la doncella escarlata,
rumbo, a coger una estrella flamante,
aparecida en su cielo;
entre un verso y una perla
entre una flor de loto
un azul rebrillante
purísimo, casi le cegaba
pero ella obtuvo derecho a mirarla.
No se le escapase, su felonía fulgente,
entre una pluma y su flor,
quiso cortarla blanquísima,
y colgarla en su espejo.
Camino arriba, entre luna,
allá azures,
III
Iba onírica a cortar su estrella
entre la azul inmensidad,
entre un dulce resplandor emitía,
y su dulce sueño.
El azur tentador pensó que no
había que tocar, pero si su
si su estrella no se había ido después
de todo era su primoroso regalo.
Así hizo, le pidió permiso,
y fue afirmativo, cortó su lirio real
de estrella refulgente y volvió
a despertar, bajando vetustos cielos
y auras de bruma violáceas
con su flor de estrella en mano
despertó y despertó brillando su
estrella, en su pecho iluminado
era su amor por su docel Esteban.
Esteban castellano Förüq y Leannán-Sídhe
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