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Halle donde me halle,
crecerá del viento
la semilla en su valle.
La hoja muda criará
retoños del ciprés,
mi sol dormirá.
El pececillo de plata
correrá, morderá,
el azúcar de mi sonata.
La dulce cicuta triste
mi piel enraizará,
mi alma dirá viviste.
La nube llorará
mi grama mojada,
el sueño perdurará.
Luna de plata sempiterna
y su réquiem elevado,
mi montaña de nieve eterna.
El río llevará un latido,
nacerán las gotas,
mi árbol será sentido.
Olmo viejo en retozo,
raíz de su padre,
alma anclada en gozo.
Almendro de invierno,
sombra de abeja
deshace mi infierno.
Caracol de mi camino,
encuentra la mata,
olvida el romero su destino.
Tierra viví para sembrarte
mi aliento ciego,
brotado para nunca olvidarte.
Golondrina de solsticio,
vuela tu fuego en círculo,
que tus ojos sean mi vicio.
Amapola de rojo,
sangra mi tierra a tu antojo,
ama mi sed de arrojo.
Cielo pequeño alcánzame
mágico el sonido,
tiene el viento quien le reclame.
Olivo de sembradío,
trigal de sentido,
naranjo de mi regadío.
Salamanquesa de pared
bebe de mis plantas
tu sed.
Helecho de bosque sombrío
alegra el verso seco,
luce la golondrinera su brío.
Hada de mi zarzamora,
tu pena vuelta mora
espino amarillo de mi demora.
Hierro luce mi espada
esta calma otoñada
mi vida de tu savia preñada.
Salvaje canto de la madrugada,
grillo de galán de noche,
blanca dama de noche, su flor estrellada.
Hinojo al fuego,
semilla de sol latiendo
mi curativo ruego.
Abrojo de campo,
celoso canto de silencio,
muerto en vilo mi tiempo.
Surco de piel labrada,
saco de mis esperanzas,
placer de aquella parada.
Ola de mar que llega
caracola que entona
en sal y arena.
Vid de mi quimera,
uva pasa en la espera,
flor abierta de primavera.
Pozo de mi recuerdo,
en verde musgo un fantasma
de lo vivido muerdo.
Corazón te abrí,
te sentí,
y voló un colibrí.
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Nueve simientes:
Halle donde me llague,
crecerá del viento,
la semilla en su balde.
El río mudo,
llorará hojas en sus gotas
unión de colores desangrados.
Al hierro mi fuente,
afilo que nazco,
mi tersura en espada.
Por obscuridad
gemía la avenida
de ángeles estrellados en sus halos.
Ande donde me ande
no habrá quien me acobarde,
ni mi luz incendie.
Hablé con una flor
ababol mi sangre de tierra,
dijo que la tierra mi mañana será libre.
Algo sabré y no será
de tu color mi piel,
sobre mi luz avanzo.
Sobre mi muerte me relamo,
y vuelvo a defender mi sueño,
de chasca a hoguera deslizo mi ascua.
Adalid alza que adhiera
égida y celada de Atenea
ya baila formada,
un son en armas tomar,
un arco y saeta vuela la estela,
en fuego diestro mi saeta.
Cardillo de mi camino,
no quiebres tu espina
a mi sino,
Lloraré carrasquillos
me cantarán nogueras
como almendrucos.
Al olmo secuaz
afilo mi tersa rebelión
de espejos insurrectos.
Ojos de otros ojos,
me trinan notas
y efluvios me rizan la demora,
a esta luna creciente morena,
yo canto,
que afilo del verso su balloneta.
Río de belleza
me surca el alma
como sentir viva su llama.
Soy ente de otro ente
al ser soy intransigente,
me gusta lo que me gusta.
Sólo a Escarlata
yo daría toda mi savia
y pureza hablaría
que lo verdadero y bien hecho,
bien parece, y
no imbuye argucia ni defensa.
Como es arriba,
eterno ídem es abajo,
te quise grande y a mi lado.
MIGUEL ESTEBAN MARTÍNEZ GARCÍA
LUGAR
La Campiña Mirador del Henares Cabanillas del Campo
Guadalajara España
a 19-01-2024
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