Ser cielo,
de un mundo denostado,
denosta su virtud eje, raíz
y simiente allá la cerradura,
el amor, beldad,
y su llave bondad,
hiende el señor niebla
y su fauce desinformación,
sentir llamaron extremo,
y madriguera
de alacranes, sierpes flamígeras
allí la fraternal concordia
no soy fascista
por mi arraigo,
y amor a la tierra indomable,
donde nací sin elegir
ni cúspide ni ábside,
ella me hizo
de su tela de araña,
sociedad de creer
u odiar al que cree diferente,
toxicidad que bombea el dilema de ser,
cómo no ser humano, animal,
si naturaleza es ciencia más religión,
dilema cierne a la población,
que por amar lo que son,
se creen vidrio roto
de trasparencia habitada,
no es tiempo de repeler,
sí de alzar eje, vanguardia
égida y celada de Atenea diosa justa,
ayen las artes y deshumanidades avanzan,
Musa sólo hay una,
belleza madre encausada
la tornan ciencia,
raíz del ser erijo
saber quién es uno,
quiénes le forjaron,
y tres la tierra le deboró al caer y nacer,
¿Dönde el futuro? Cantaba mi nación,
de Mesías retirado,
o del teatro de Dante su ser,
no se presume de humildad ni de fragilidad,
entonces no me vendan oropeles infaustos
de lo que no son,
el trigo limpio es trigo limpio
y en problema da la batalla
lo verdadero no necesita defensa ni retirada,
es verdadero,
Réquiem por una tierra fracturada
por el clan su beneficio,
vinimos creando alto
sin socialidades de salón
y martillo en mesita,
oh mi Musa es bella,
que no más callo su talento,
me asordina su vil resplandor
destellatorio, rebrilla su obscura premisa,
el miedo no se dibujó
como eje sólo avanzan los cobardes
para hallar punto crítico,
oh sociedad
¿Dónde tu futuro?
Ya lo veo, el pasado quedó estático
a lo que grito
- ya el futuro, la vida es movimiento,
nosotros sobreviviremos...
Miguel Esteban Martínez García
I Retiro sembrado frente la casa consistorial de los Santos de la Humosa; en una banca sentado en compañía la vetusta del lugar, dos ancianos y una anciana de ternura en raíz, senda de labriego sordo de tranquilidad acrisolada, al reposo del sombrero y la azada, de tórrido verano y pepinillos del diablo bajando sus matas la iglesia de San Pedro. II De la vid a la higuera del patio rural con mecedora y fuentecilla azul, un cuenco con pasas y botijo de agua fresca, saqué mi decencia a pasear las cuestas y callejas de encanto acompañado por fachadas centenarias que brillaban fortaleza en reposo era este un pueblo de gatos en tejados y sus calles, decenas, conté sus patitas, y sus bigotes III Asomaban, al titilar las palometas en farolas, solos cantiles de aura luminosa. Vine buscando cumplimentar mi misión de cabala fantasmagórica y reliquias llevan sortilegios de almas herradoras, por regias forjas en ventanas y portones madera añil al barniz. Me encara la emoción de afre
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